Anulados, marginados y satanizados están aquellos que han decidido pensar en la realidad del país de una manera consecuente; pero desde el exilio, desde las cárceles, al interior de las selvas y desde las montañas se oyen los gritos impasibles de los colombianos que cargan sobre sus espaldas la realidad de la explotación, del atraso y de la concentración de las riquezas que nos pertenecen a todos. aunque parecen débiles, estos gritos son nuestra esperanza.
El flagelo del empobrecimiento que se repite invariablemente a lo largo de la historia colombiana se ha vuelto costumbre entre mayorías. La desinformación y los falsos paradigmas de la vida moderna han permitido una sociedad ignorante de la realidad actual, y esta ignorancia se extiende como una herramienta de dominación económica y social al aislar a los colombianos del conocimiento de sus entornos geográficos y de los sistemas políticos, económicos y sociales que funcionan como planes de Estado y que nos afectan directamente. Se puede decir que hoy estamos en la cumbre de un proceso mundial de la explotación del hombre por el hombre que nos ha llevado a destruir los recursos naturales sin obtener beneficio alguno, que ha fin de cuentas ha privatizado a Colombia como un activo más en las cuentas financieras del primer mundo y nos ha relegado al destierro, a la violencia y la decadencia de nuestra sociedad.
Durante muchos años hemos visto pasar movimientos sociales, manifestaciones políticas, revueltas obreras, estudiantiles y campesinas; caudillos, guerrilleros, académicos y gente común que han tenido como objetivo cambiar la realidad de nuestro país; las distintas épocas han determinado sus modos de acción y pensamiento y el régimen de turno se ha encargado de desacreditar sus maneras de vida, de anular su papel histórico dentro del espíritu luchador de los colombianos. es preciso entonces recordad a las personas para no olvidar la historia, es preciso recordar la historia para no olvidar que hay siempre opciones de cambio.
por eso hoy cuando escribo para mi abuelo escribo para todos aquellos que han soñado con una Colombia mejor; escribo para todos aquellos que se han despertado con ese amargo sabor que deja el vivir en un mundo injusto y han hecho alguna cosa para cambiarlo, pero también escribo para todos lo que vienen, para todos aquellos que nacen heredando una Colombia maltrecha, para todos los que tendrán que crecer en los campos rodeados de palma africana, en las montañas mil veces saqueadas por los extranjeros, en los pastizales que añoran las selvas de antaño, en los ríos en los que los peces serán una leyenda de abuelos. escribo para no olvidar a la gente que luchó pero también para llamar a la lucha, porque mientras haya injusticia no habrá tranquilidad pero mientras halla personas dispuestas habrá esperanzas de cambio.
Para Raúl Alameda, hombre común, revolucionario sin descanso.
Sergio Alameda, Ginebra suiza. 29 de marzo de 2012.
Colectivo Agrario Abya Yala
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