Aproximadamente 8.000 habitantes de Marmato (Caldas) podrían quedarse sin su patrimonio histórico, cultural, social y económico, luego de la reubicación del municipio proyectada por el gobierno local, departamental y nacional.
Según un estudio de Ingeominas, la zona de Marmato se caracteriza por fuertes y largas pendientes afectadas por la erosión natural y la causada por el hombre, lo que facilita la presencia de derrumbes, hundimientos del terreno y avalanchas de rocas.
El alto riesgo ha conllevado a que desde hace 20 años se hable de su traslado. Sin embargo, solo hasta el 2006, después de un fuerte deslizamiento de tierra en la cabecera municipal, se reasentaron hacia la parte baja del pueblo la estación de Policía, la Alcaldía, el hospital, la escuela y el colegio.
Pese a esta problemática, para los habitantes la decisión de situar en su totalidad a Marmato en la vereda El Llano obedece más a la presencia de la empresa exploradora canadiense Medoro Resources Ltda.
“A Marmato han llegado varias multinacionales en diferentes años. Lo curioso es que cuando ponen el ojo en el oro, de inmediato salen problemas que nosotros no percibimos, y cuando se van, desaparece el riesgo”, afirma Yamil Amar Cataño, presidente del Comité Pro Defensa de Marmato.
El Pesebre de Oro de Colombia, como se le conoce a la zona por ser una de las mayores fuentes auríferas del país, desde hace 470 años se dedica a la explotación de este y otros minerales, base de su economía y de municipios aledaños como Caramanto, Supía y Riosucio.
“La intención es explotar el depósito y adelantar un proyecto socialmente responsable y sostenible, que conlleve importantes transformaciones tecnológicas, sociales y culturales, y brinde desarrollo al país”, asevera Alessandro Cecchi, gerente de exploración del Proyecto Marmato de la empresa Medoro.
Para las comunidades indígenas (16,7%) y afrocolombianas (56,5%) que residen en este municipio, detrás de la llegada de la compañía, sucesora de Mineros Nacionales, lo que hay es un problema económico representado en el cierre y venta de las minas.
Cielo abierto versus socavón
El gerente Alessandro Cecchi asegura que la primera exploración se está realizando desde comienzos del 2010 con perforaciones diamantinas (en roca), y en un año se podrá estimar la cantidad total de mineral que contienen los yacimientos.
“La operación prevé una explotación a cielo abierto, con un volumen de extracción diario hasta de 40 mil millones de gramos y una producción anual calculada en más de 250.000 onzas. Además, se contempla el montaje de la infraestructura como planta de beneficio, presa de colas, depósito de estériles, laguna de almacenamiento de aguas, depósito de suelos y campamentos, entre otros”, dice.
Por su parte, la tradición minera en Colombia se ha realizado por socavón, es decir, a través de túneles que permiten el acceso de los obreros para que hagan la explotación, cuyo porcentaje aproximado es de 60.500 gramos mensuales. Para limpiar las impurezas del mineral utilizan una solución de cianuro al 2%.
Según Carlos Torres Henao, geólogo principal de exploración de la empresa SRK Exploration Services, del Reino Unido, “la minería a cielo abierto emplea grandes cantidades de cianuro, y como parte del proceso se cavan cráteres hasta de 150 hectáreas de extensión y 500 metros de profundidad. La cantidad de agua utilizada puede superar la consumida en un día por una población de 600.000 habitantes”.
Ambos procesos de explotación aseguran ser limpios: el artesanal por usar poco cianuro y el industrial por actuar con base en normas ambientales. Lo cierto es que el cianuro, en pocas o muchas cantidades, es un compuesto químico que contamina el agua impidiendo su consumo, pues genera daños en los órganos internos y en la piel del individuo.
Patrimonio histórico en apuros
El docente e investigador de la Universidad Nacional de Colombia en Manizales Gonzalo Duque Escobar, basado en su estudio histórico sobre la región, señala: “Según la Resolución 002 del 12 de febrero de 1982, Marmato fue declarado patrimonio histórico de la Nación, por ser uno de los municipios más antiguos de Caldas y conservar en sus construcciones y caminos rocas que contienen magma, granito y mármol. Ello hace necesario pensar en el costo social que enfrentaría el país al destruir uno de sus símbolos, que soporta la identidad cultural de una región y cuya riqueza sirvió para financiar la gesta libertadora de la Gran Colombia”.
“Y esta característica –agrega el investigador– está siendo violada con base en el artículo 35 del Código de Minas, donde se establece como zona de minería restringida el perímetro urbano de las ciudades o poblados de carácter arqueológico, histórico o cultural”.
Entre las metodologías que podrían implementarse para mejorar la situación se encuentra el Plan de Acción Inmediato (PAI), formulado para este municipio por la Corporación Autónoma Regional de Caldas (Corpocaldas) y que, según Duque Escobar, “recompondría la explotación artesanal mejorándola ambientalmente y articularía las cadenas productivas como alternativa para cientos de mineros que quedarán sin oficio, sin pasado y sin futuro”.
Amar Cataño asegura que, en mayo del 2007, “un estudio elaborado por Corpocaldas definió las zonas de riesgo del municipio y concluyó que el peligro era mitigable mediante la prevención de desastres y obras de infraestructura ambiental”.
Pese a ello, el Alcalde de Marmato argumenta: “la reubicación se hace necesaria por la catástrofe que se podría generar más adelante. Debe prevalecer la preservación de la vida humana”.
Actualmente no se ha determinado la viabilidad de implementar el proyecto de explotación a gran escala, ya que aún se adelantan estudios; además, la empresa espera obtener la licencia ambiental para mediados del 2013. Una vez otorgado el permiso, iniciará la preparación de la mina y la construcción de la planta para dar paso a la explotación a partir del 2014.
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