Por tal motivo, nuestro proyecto de extensión se vincula a hacer un acompañamiento y fortalecimiento del proceso organizativo de la Red de Productores Orgánicos de La Pradera – Subachoque, grupo de 20 campesinos y campesinas que se han reunido en torno a la producción agroecológica, al intercambio de saberes y a canales de comercialización justos. La Pradera es una vereda del municipio de Subachoque, ubicada a una hora de Bogotá y que comporta una dinámica problemática en tanto vive un proceso de concentración y elitización de la propiedad de la tierra, acaparamiento de canales de comercialización de su producción, agricultura de monocultivo, altos niveles de toxicidad en el agua y aire producto de los agrotóxicos, entre otros factores que son producto de un modelo de desarrollo que no es capaz de plantear un proyecto de vida digna en el campo y actúa en detrimento de la soberanía sobre la tierra y el territorio forjado por el campesinado que lo ha poblado históricamente.
Desde hace más de 1 año, cuando la Red comenzó a andar
sus primeros pasos, como Colectivo Agrario Abya Yala (CAAY) asumimos con
entusiasmo acompañar a la Red porque creemos que la universidad debe ser un puente
que conecte el aprendizaje vivencial y de transformación que ha tenido la
sociedad y por otro lado, porque debe ser un objetivo el poner este
conocimiento del que nos hemos nutrido en las aulas y por cuenta propia, al
servicio de la gente digna que puebla los campos de este país, donde la tierra ha
sido tan importante y que a su vez ha sido motivo para muchas disputas pero
también para organización y resistencia. En este proyecto, nos propusimos como
primera medida, fortalecer la identidad organizacional de la Red, pues creemos que
cuando nos unimos podemos lograr cosas más grandes, y si esta causa involucra
la tierra, nuestra vida y nuestros sueños, también estamos hablando de
territorio, que como es nuestro hay que cuidarlo y defenderlo. El Colectivo
Agrario Abya Yala ha encontrado en La Red un espacio de confluencia entre los
intereses acerca del conflicto por la tierra y la experiencia que tiene La Red
como ejercicio organizativo y sobre su actividad principal: la producción
orgánica de alimentos vinculada a un proyecto de comercialización de carácter
autónomo y solidario, materializado en la articulación con Canastas solidarias.
Ese acercamiento supuso también que, inclusive, una de las integrantes del
grupo hiciera su tesis de grado sobre una problemática evidenciada en la zona,
pero que pocas veces se mira en su verdadera magnitud: el desplazamiento
‘legal’ del campesinado de la zona, a causa de la llegada de ‘nuevos ricos’ y
la creciente construcción de quintas y condominios, que encarecen la tierra y
la hacen inaccesible tanto para las actividades agrícolas, como para el
asentamiento de la misma población nativa.
Nos alegra mucho ver que la Red paso a paso se
construye fuerte y deja de lado esas prácticas que imperan en la agricultura y
la producción y distribución de alimentos tradicional. La Red ha crecido mucho
en poco tiempo y creemos que tiene diferentes metas y perspectivas que se han
ido transformando a medida que ha pasado el tiempo y se ha aprendido tanto con
los errores, como con los aciertos. La minga de pensamiento del pasado 6 de mayo de 2012, fue la manera como la Red se dispuso a hacer un inventario de sus tesoros y un mapeo de sus sueños con el objetivo de trazar una hoja de ruta que pueda constituirse en un proyecto de vida, será un reto seguir construyendo el camino.
A su vez, también identificamos en conjunto algunos
factores de incidencia de entre los cuales se encontraban los impactos de la
Revolución Verde y la propuesta de la producción orgánica, que incluía la
conservación de semillas, el manejo de tecnologías propias y la necesidad de
encontrar un proyecto de vida asociado al campo distinto al que se ha impuesto,
que incluye los monocultivos, el uso indiscriminado de químicos, carencia de
soberanía alimentaria y un sistema de producción excluyente e inequitativo que
favorece a la cadena de la gran producción y distribución de alimentos. La
cartografía social, otra de las herramientas trabajadas-, se propuso como un elemento de cohesión de la red, que sirvió
para identificar qué sembraba cada uno/a, cómo era la finca, con el objetivo de
mirar La Pradera como un territorio que nos une y que se ha materializado en la
Red, además también como primer paso para una futura planificación de la siembra.
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