Foto Marcha Patriotica 9 Abril 2015 |
Tomado de Revista el Derecho a Vivir en Paz
Caminamos sin prisa pero sin pausa hacia
la construcción colectiva de nuestro sueño
de país.
Colombia país del agua, de las grandes
y majestuosas cordilleras, de los ríos, de los 7
colores y de mares apasionados canta al son
de las guacamayas y de los gavilanes y de los
coros de sus pueblos mestizos, campesinos,
negros e indígenas que con coraje y valentía día
a día desde campos y ciudades se convierten
en millones a favor de la vida alegre, solidaria,
amorosa, biodiversa.
Sin embargo, Colombia está herida por la
historia impuesta por los señores de la guerra.
Hablar de nuevo de solución política al Conflicto
Armado canaliza el sueño de generaciones
enteras que anhelamos vivir en un ambiente de
justicia social que transite hacia el buen vivir y
la felicidad.
El escenario del posacuerdo, fruto de las negociaciones entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las guerrillas de las FARC-EP -iniciadas en 2012- y las exploratorias con el ELN, avanzan en medio del afianzamiento del modelo histórico de extracción a gran escala de los recursos naturales, del fortalecimiento del latifundio de caña, palma aceitera, pastos para la ganadería extensiva y la explotación y destrucción del país del agua y el despojo de tierras rurales (puntos centrales de las negociaciones con las insurgencias) mientras millones sufren la mala vida en las ciudades.
La historia política del país ha demostrado que las élites gobernantes no van a solucionar el hambre y la desnutrición, el acceso a vivienda digna, la salud universal y de calidad, la educación al servicio de la felicidad y no como modelo de exclusión; las élites no van a promover fortalecimiento de las economías campesinas y la producción manufacturera nacional y han decidido afianzar sus relaciones internacionales a partir de vender el país como destino para la explotación minero energética, de mano de obra barata obrera para las multinacionales y calificada para proveer servicios financieros.
El escenario del posacuerdo, fruto de las negociaciones entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las guerrillas de las FARC-EP -iniciadas en 2012- y las exploratorias con el ELN, avanzan en medio del afianzamiento del modelo histórico de extracción a gran escala de los recursos naturales, del fortalecimiento del latifundio de caña, palma aceitera, pastos para la ganadería extensiva y la explotación y destrucción del país del agua y el despojo de tierras rurales (puntos centrales de las negociaciones con las insurgencias) mientras millones sufren la mala vida en las ciudades.
La historia política del país ha demostrado que las élites gobernantes no van a solucionar el hambre y la desnutrición, el acceso a vivienda digna, la salud universal y de calidad, la educación al servicio de la felicidad y no como modelo de exclusión; las élites no van a promover fortalecimiento de las economías campesinas y la producción manufacturera nacional y han decidido afianzar sus relaciones internacionales a partir de vender el país como destino para la explotación minero energética, de mano de obra barata obrera para las multinacionales y calificada para proveer servicios financieros.
Hoy hablar de Paz permite ir más allá de la
idea de terminar la guerra y avanzar a un estado
ideal y romántico de ausencia de conflictos. En
el fondo de esta contradicción, de la paz en disputa,
urge afianzar un Ordenamiento Territorial
con una mirada global que enfrente la crisis
ecológica planetaria, que permitan pensar en
escenarios reales de autonomía decidiendo sobre
el futuro propio y parando la destrucción de
las otras especies; un Ordenamiento Territorial
que haga visibles y fortalezca las resistencias
populares que históricamente surgen desde los
territorios rurales, hoy los más amenazados por
el mal llamado “Desarrollo”.
Afianzar, promover y proyectar las propuestas
contra hegemónicas en Colombia que nacen
desde los territorios rurales en la relación
campo/ciudad y que demuestran en la práctica
propuestas de Ordenamiento Territorial para la
vida, como las Zonas de Reserva Campesina,
las Zonas de Reserva Alimentaria, los Resguardos
Indígenas, Los Territorios Colectivos
de Comunidades Negras, Los Territorios Libres
de Transgénicos y los Municipios contra
la Minería, es una condición necesaria para defender
y garantizar el latido a favor de la paz
en el país entendiendo que la descentralización
política, económica y administrativa con organización
de base a favor de las biodiversidades
culturales, sociales, ecológicas y ambientales
que caracterizan a Colombia es garantía para
superar las condiciones estructurales que han
sustentado el Conflicto Armado.
En el horizonte inmediato caminamos hacia la
construcción colectiva de defensa de nuestros
sueños desde los territorios y regiones de
la Colombia profunda, para poder decidir
con autonomía sobre cómo transitaremos
el anhelado camino de negociación política
al conflicto armado que permita tejer, con
esperanza, propuestas y alternativas frente a
las élites del poder.
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