Publicado 2016/09/22
Crónica del arribo del Equipo Somos Una América Abya Yala a la
Al salir de Bogotá, capital de Colombia,
dónde habitan más de 8 millones de personas en la ruta hacia
Villavicencio es inevitable preguntarse por qué un tramo de 80
kilómetros se transita en cerca de 3 horas. Las élites gobernantes se
dan gloria así mismas “inaugurando” cada semana las carreteras de Cuarta
Generación -4G-, objetivo que justificó la venta de una de las pocas
empresas nacionales que conservaba el país: ISAGEN. Los medios
hegemónicos, con ambiente festivo, se concentran en este tipo
acontecimientos mientras la principal carretera que conecta Bogotá con
el oriente Colombiano para cada media hora y los gobernantes que se
autocalifican como “Técnicos” quedan en ridículo ante la imposibilidad
real de conectar dos ciudades capitales.
El vuelo de 1 hora desde Villavicencio a
la Macarena deja ver a pocos minutos de salir los trazos de las
plantaciones de palma aceitera en las vastas planicies del oriente
colombiano. La uniformidad métrica del proyecto agroindustrial sumada a
la extracción petrolera dejan ver un nuevo elemento de concentración del
capital instaurado junto al acaparamiento de la tierra del latifundio
improductivo que caracteriza esta región del país.
De los amplios pastizales, los ríos
sedimentados que bajan del Sumapaz en la alta cordillera y los
monocultivos de palma se abre a su paso la ruta de tupida selva que
bordea la Serranía de la Macarena. Desde el aire se distingue a lo lejos
un territorio colmado de una vegetación espesa. Desde la altura se
observa correr el agua cristalina en la caída del Pico del Águila que el
capitán del vuelo señala con orgullo.
El agua parece abundar y mientras
bordeamos el casco urbano de la Macarena para aterrizar, la sombra gris
de la lluvia espesa se acerca bellamente y perturba momentáneamente el
vuelo de la avioneta de 5 pasajeros en la que viajamos. Imponente y
profundo luce el río Guayabero anfitrión indiscutible del lugar. El
pueblo tiene varios contrastes en sus pocas cuadras; el boyante comercio
que recorre las calles atravesado por el transitar permanente de
unidades del Ejército Nacional, las turistas extranjeras que caminan La
Macarena a la par que se divisan múltiples ofertas vacacionales con
fotos majestuosas de Caño Cristales, principal actividad económica del
municipio.
6 horas separan la Macarena, departamento
del Meta, de la X Conferencia Nacional Guerrillera. El camino solo
transitable en una camioneta 4×4 que atraviesa la sabana natural llanera
compuesta por una vegetación intermitente y mediana, surcada por el
vuelo de las Guacamayas y los Gavilanes y de pequeños caseríos muy
distantes unos de otros. La tierra es roja y naranja ocre, el clima
húmedo, verde, tropical, biodiverso.
Por la carretera, una caravana de 12
motos de piloto y parrillera en un corto diálogo nos contaron que
viajaban desde la madrugada del día anterior hacia el Diamante, sitio de
la máxima instancia de decisión guerrillera y que lleva su nombre por
el caño diáfano que atraviesa el campamento. Hacia las 9pm arribamos. Al
entrar abundan las carpas de comida rápida y el sonido de músicas
diversas que evocan las fiestas populares. La tarima principal del
evento es espectacular y solo es comparable con la de eventos como la de
Rock al Parque en Bogotá, esta vez en el corazón del centro de
operaciones del Plan Patriota, los llanos de Yarí.
Un antiguo campo de batalla concentra a
cientos de guerrilleros y guerrilleras, prensa internacional, nacional y
alternativa, y algunos expertos invitados, en un ambiente festivo donde
los principales protagonistas son jóvenes combatientes, mujeres y
hombres del bloque oriental de las FARC-EP que gozan de serenidad para
poder disfrutar de una agenda cultural nocturna amplia, digna de los
mejores espectáculos de las ciudades colombianas e inimaginable años
atrás. Los miembros del Secretariado, máxima autoridad en las FARC_EP,
deambulan entre la multitud y al son de la música bailan con la
guerrillerada en un ambiente de fraternidad evidente.
Mientras alrededor de 300 delegados y delegadas de la Conferencia
discuten los acuerdos entre el Estado Colombiano y las FARC-EP, es
palpable que la Paz está de Fiesta al son de merengues, salsa, música llanera y popular, rap urbano y campesino.
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