2 de abril de 2016.
Chiquinquirá en
Boyacá, hace casi un mes esta sin suministro de agua y hace décadas sin agua
potable.
El pasado 26 de marzo,
luego de una rápida invitación por redes sociales a una caminata por la vida de
la la Laguna de Fúquene y la defensa de sus territorios, vecinos de
Chiquinquirá e invitadas de otros pueblos, recorrimos en un viaje a pie que
inició en el parque Julio Flores y tras 7.5 horas de paso constante entre los
pueblos de Simijaca y Susa - La tierra del Cacique Tisquesusa, unos de los
últimos guerreros Muiscas, quien negoció con la corona española y luego fue
traicionado- llegamos al puerto de Guatancuy a orillas de la Laguna de Fúquene
o Xixuasinsa, ambos nombres en lengua Muisca, un homenaje a la identidad
ancestral que no se reivindica con el orgullo que merece en estas tierras.
El recorrido lo
hicimos remontando la historia de campos y veredas que colindan con la ruta que transitó
hace 50 años el tren, con su ferrocarril
hoy en el olvido, sin tan siquiera conservar los rieles metálicos de la
carrilera, porque en palabras de los campesinos del pueblo “se los robaron”. Solo quedan el rastro de las maderas
atravesadas por donde transitaron las máquinas y las vidas de millones, y las muy
bellas abandonadas obras arquitectónicas que en su tiempo fueron las estaciones
del tren.
Los paisajes son
diversos. En algunos lugares se evidencia claramente los impactos de la sequía
y los suelos tienden a tornarse de colores desérticos, lo que imprime un grado
de nostalgia al ver estos matices en tan bellas y fértiles tierras. En otros
lugares son frondosos los pastizales y se ven los “vallaos” o canales por donde
los grandes ganaderos se apropian del agua del río Suarez (en Muisca Río
Saravitá) que nace en Xixuasinsa y va a desembocar en Santander para llegar
aguas abajo al río de la Magdalena o el Gran Yuma. Así mismo se ven uno que
otro cultivo de maíz o el rastro de su cosecha. Las abuelas y los padres de
nosotros cuentan que hace unas décadas este valle fértil era tierra de
agricultura, de hortalizas, tubérculos diversos y hasta trigales. Las tierras
más mecanizables por ser planas y aptas para producción de alimentos están
subutilizadas en ganadería, lo que degrada los suelos y no genera empleo, solo
rentas y con los Tratados de Libre Comercio hasta quiebra la economía lechera
como lo evidencio el #ParoAgrario del 2013 donde el valle de Ubaté fue
protagonista.
Recorrimos tramos del
río Saravitá o Suárez y arribamos a los lugares donde trabajan “las dragas”,
máquinas gigantes con un brazo metálico y un pico con garras monstruosas que se
dedica a sacar especialmente el Buchón y sedimentos que hoy día invaden el
espejo de agua del Río y la Laguna. Si bien el Buchón de agua ayuda a
descontaminar, la cantidad de materia orgánica que reciben estas aguas fruto de
la industria lechera de Ubaté, que vía el río del mismo nombre desemboca en la
Laguna lo alimenta radicalmente y hace que se produzca en cantidades
alarmantes. Esas máquinas buscan generar que las aguas del río corran y ganar profundidad
para poderla bombear al acueducto de Chiquinquirá y de ahí suministrar el líquido
vital a más de 50 mil habitantes.
Recorrimos la tierra
como los ancestros originarios y los y las campesinas desde hace cientos de
años. Manuel Ancizar en su libro-expedición
Peregrinación al Alpa del año 1850 narra bellamente esta tradición:
Fatigados los ojos
de recorrer tantos objetos colosales desparramados en el ancho espacio
inferior, volvimos al suelo que pisaba y le vi cubierto en todas sus alturas
por innumerables cruces formadas de ramas de arbolillos y sembradas de tres en
tres. Un poco más abajo, del lado en que el escarpado cerro hace frente a
Chiquinquirá, las cruces se multiplican con una profusión que dará mucho que
pensar al diablo. Ya no guardan orden ni simetría, sino se apiñan y juntan como
matorrales, y la invasión es tal, que las modernas derriban a las antiguas y se
alzan sobre un espeso montón de sus predecesoras, cual si fueran la imagen de
las generaciones del hombre, de sus luchas y de su efímera ambición.
De vez en
cuando, y en algún lugar apartado, aparecían tres crucecitas curiosamente
labradas y regado el pie con musgo y flores silvestres. Adivinábase la mano de
la mujer en aquella obra, limpia y cuidadosa en la ofrenda, previsora en
retirarse del torbellino de las otras cruces, sentimental y exquisita en los
adornos. ¿El amor también no concurriría en auxilio de la devoción para formar
estos altares misteriosos?”
(...) “involuntariamente recordé una nota que trae
Acosta en su "Historia compendiada de la conquista y colonización",
hablando de las peregrinaciones de los chibchas a los santuarios de ciertas
lagunas sagradas”:
"El reverendo padre Moya, cura de
Chipaque, erigió una capilla en su pueblo a principios de este siglo y colocó
la imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá, tratando de persuadir a los indios
que para encomendarse a la Reina de los Cielos no necesitaban hacer un viaje
tan largo y dispendioso como el de Chiquinquirá, que dista veinte leguas de
Chipaque. Ellos respondían: "Es cierto, mi amo cura; mas siempre iremos de
cuando en cuando a Chiquinquirá, porque estamos acostumbrados desde tiempo de
nuestros padres a ir bien lejos a nuestras devociones. El terreno, como se ve,
estaba bien dispuesto para recibir la semilla de estas peregrinaciones
semiidolátricas. La sangre española, esencialmente devota de imágenes
privilegiadas, mezclada con la sangre chibcha, también inclinada al culto de
santuarios especiales, ha producido una raza de hombres que aunque no creen que
el cura de Chiquinquirá dice todas las misas que le encomiendan, persisten en
creer que si no van allá a visitar a la, Virgen, nada obtendrán de ella. Van,
pues, con el ánimo puesto en el divertido viaje, y bien distante de las cosas
del cielo, y de la genuina devoción del cristiano: la Virgen se contenta con
verlos en su templo, y en saliendo de él no ve lo que hacen. ¡Oh cristianismo!
¿Dónde estás?”
En Chiquinquirá, que
en Muisca significa “Tierra de Sacerdotes”, y lleva este nombre en honor a los
sabedores Muiscas y no necesariamente a los Franciscanos, se celebraban los cultos al agua y a la
Laguna Sagrada de Fúquene o Xixuasinsa, que en ese tiempo era colindante con el
hoy municipio. Recordemos que en la cosmogonía Muisca, la humanidad nace del
agua, en la Laguna de Iguaque con Bachue quien emerge con un niño en sus brazos
en estas místicas aguas. Cientos de años
después con la llegada del europeo se rinde homenaje a la Virgen de
Chiquinquirá que está acompañada con el Sol en la aureola superior de su rostro
y la Luna creciente a sus pies y con un
niño en sus brazos. El Sol y la Luna símbolos de los Dioses indígenas, siguen
presentes en la identidad de estos territorios y en las tradiciones heredadas
de los pueblos originarios a los campesinos y campesinas especialmente, que año
a año hacen romerías y peregrinaciones como lo hacían los indígenas hace más de
500 años.

Arribamos a la Laguna
caminantes y otros seres de la naturaleza que decidieron hacer el recorrido con
nosotras, incluyendo a 3 perros callejeros que habitan en el centro del pueblo
y que desde las 7 de la mañana decidieron acompañarnos, y en cada paso fuimos
intencionando vida para la Laguna Sagrada, llamando a las lluvias y pidiendo acciones
para la defensa y protección de sus aguas. En el túnel del tren que nos recibió
antes de los pasos finales encontramos representado al Dios FU, Zorro en Muisca
y de donde deriva su nombre la Laguna y con un marcador en la majestuosa pared
de piedra la palabra ESPERANZA. El Cambio Climático nos permite repensar los
modelos políticos y económicos dominantes-hegemónicos y parar la destrucción de
la biodiversidad natural y el "malestar" humano. Es una obligación
moral con la vida poder garantizar un planeta más bello que el que conocemos
para las futuras generaciones y permitirnos vida digna para los humanos.
Todos y Todas podemos
hacer algo por la Laguna de Fúquene decía un cartelito de la señora María,
quien con más de 60 años fue una mujer inspiradora para los demás caminantes.
Creo profundamente en el contenido de ese mensaje. A los tomadores de
decisiones sobre el futuro de la laguna invoco sapiencia, recta intención y
sentido del momento histórico.Días después de la
caminata ha llovido en pueblo y Clara una de las caminantes expresaba “Bendito
Dios, para mí es como un premio a nuestro esfuerzo”

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