(1) Hace 40 años, 17 bombas con el sello del imperialismo estadounidense cayeron sobre el Palacio de la Moneda, cercenando la vida de Salvador Allende, primer presidente comunista ampliamente legítimo de la Abya Yala. Allende resistió hasta encontrar la muerte junto a un fusil AK-47, obsequiado por Fidel Castro. Así se delimitó cruelmente los límites de la encogida democracia liberal y se consolidó la temible Doctrina de la Seguridad Nacional y del Enemigo Interno.
(2) Por su parte, hace 12 años, con la dramática situación vivida en Wall Street, creando un nuevo teatro de muerte en su propio suelo, el imperialismo estadounidense reemplazó la anacrónica doctrina de seguridad nacional, propia de la Guerra Fría y la guerra anticomunista, para declararle la guerra al camaleónico terrorismo. Son múltiples los pueblos que ya han sufrido las consecuencias de esta declaración de guerra y hoy es el pueblo Sirio quien se encuentra en la mirilla del águila rapaz.
Estos acontecimientos obedecen a estrategias políticas desarrolladas desde los gobiernos de los Estados Unidos en pro de perpetuar el statu quo. En Chile la consolidación y materialización de planes progresistas enfocados a implementar medidas económicas que permitieran moldear la sociedad hacia una estructura centrada en los intereses económicos privados sobre los públicos dio paso a las ideas de los "chicago boys" (ver La libertad de elegir de Milton Freedman) que convirtieron en acción y norma el advenimiento del futuro modelo neoliberal. La dictadura Militar y la violación sistemática de derechos la receta para evitar la expansión de los movimientos progresistas y populares en nuestro continente.
En Estados Unidos la estrategia era diferente. El objetivo giraba alrededor de consolidar la figura de "guerra preventiva" y redefinir el "terrorismo" como mecanismo de intervención militar y política. La guerra preventiva como mecanismo discursivo político que legitima la ofensiva sobre lo otro ("lo musulman") en medio oriente y bajo supuestos o sospechas de amenazas al orden global, "los aliados" con EEUU a la cabeza se apropiaron de los recursos minero- energéticos de estos pueblos y lograron mantener los intereses de dominación bajo la doctrina del miedo. Por su parte el terrorismo como forma de catalogar y estigmatizar a quienes se oponen al sistema de dominación, ha convertido ahora en un ser peligroso a la disidencia democrática y se ha permitido el establecimiento de un blanco de ataque.
Si bien las efemérides de hoy nos permiten remembrar hechos que obedecieron a intereses políticos hegemónicos, también nos invita a identificar sus impactos en las víctimas y en las luchas populares en busca de otras realidades.
A diferencia de hace 40 años, la Abya Yala no es el epicentro de la disputa imperial, aunque siguen siendo pueblos del Sur quienes continúan entregando sus vidas por intereses ajenos. Ante escenarios como los descritos hoy en Siria, debemos seguir sembrando caminos de esperanza, declararnos nuestra oposición al imperialismo militar y al colonialismo cultural y económico, pues son igual de peligrosas las bombas que las hamburguesas de McDonalds, reivindicar nuestra historia propia, declarar nuestra solidaridad como pueblos y luchar como lo hicimos ayer, como lo hacemos hoy, y como lo haremos mañana porque a diferencia de Fucuyama y de los neoliberales consideramos que no hay tal "fin de la historia".
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