La militarización en Latinoamérica se ha recrudecido en los últimos 60 años, después de las dictaduras militares que gobernaron y dominaron todo el territorio de Abya Yala. Las grandes mayorías pensaron que se harían cambios para vivir en una era democrática, pero para los territorios indígenas y ricos en biodiversidad (recursos), la guerra no ha parado ni un solo segundo, pues esta riqueza que ha sido otorgada por la madre tierra, en gran parte de los países de esta patria grande, es la razón fundamental para el despojo, por medio de las guerras.
Se hizo creer, como parte de las estrategias de domesticación y relajación masiva, que la militarización es sólo ver a militares en las calles y se nos ha impuesto la idea de que los cuerpos policiales son “más amigables” ante la sociedad, a manera de generar empatía y aceptación en la población. Pero en los territorios que están en resistencia, lucha y defensa de la Madre tierra, esta guerra no ha parado en los últimos años. Asesinatos como el de la hermana Berta Cáceres, Betty Cariño, Macarena Valdez, y muchas defensoras y defensores de la vida, es la muestra de cómo los gobiernos (aparatos represores de los Estados), el poder militar y paramilitar, se ha mantenido vigente y permanente.
En todo este continente, hay varios matices y análisis que debemos mirar. La cercanía con EEUU, definitivamente, tiene mucho que ver con la militarización, pues este país ha generado su riqueza a partir de la venta y fabricación de armas, como también de la intervención y la injerencia en la política interna de todos los países de este continente, Asia y África, estrategia clásica de un imperio neocolonial.
Con el regreso con fuerza y descaro del fascismo, como proyectos de gobierno de Mauricio Macri en Argentina, Jair Bolsonaro en Brasil, Alejandro Giammattei en Guatemala, Juan Orlando Hernández en Honduras, etc. Las políticas de aumentar y mantener en la calle a las fuerzas militares disfrazadas de policías o viceversa se fortalecieron de manera rápida y abrumadora, pues no hay diferencia sustancial entre las décadas de los 70´s y el presente en Latinoamérica. Recientemente, brotaron días de lucha contra abusos de poder militar y policial, en Chile, Ecuador, Honduras, Nicaragua, Haití y Guatemala.
Los días próximos en la región serán de resistencia y lucha digna ante el saqueo de grandes corporaciones, cuidadas y vigiladas por los ejércitos y Estados de la región, es decir sus guardianes. Sólo queda que las organizaciones civiles, colectivas de mujeres, jóvenes, organizaciones campesinas, de la diversidad y demás agrupaciones que se declaren anti-militares, nos articulemos para defender la soberanía de nuestros territorios y, así, poder decidir nosotros y nosotras el rumbo que queremos para la región.
Los Estados-nación no son más que las comisarías de las grandes corporaciones que desean seguir con el saqueo permanente que han tenido durante más de 500 años, pero este sistema de despojo y extractivismo está llegando a su fin y lo vemos en las calles de Chile, Colombia, Centroamérica, a través de las manifestaciones pacíficas y la acción directa que está poniendo en jaque a las comisarías de las corporaciones y sus secuaces.
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